Conferencias y Estudios


Conferencia
Por: Daniel Máynez Rdz.
Pastor “Centro de Bendición” IPUM Lerdo, Dgo.
Introducción:

Las recetas positivas para construir un matrimonio exitoso abundan.  Muchos terapeutas y consejeros matrimoniales han diseñado su propio modelo apropiado para alcanzar el éxito matrimonial, pero siendo honestos, casi nadie les hace caso. Todos, o casi todos, estamos de acuerdo en que casi todo lo que se dice y se enseña es correcto y bueno, pero a la hora de la práctica viene la decepción.
Las recetas desde tres hasta incontables pasos a seguir para lograr tener un envidiable matrimonio abundan, pero los practicantes decididos de estas recetas en nuestra sociedad se podrían contar con los dedos de una mano, y temo que sobrarían dedos.  Tal parece más bien, que lo que hace la mayoría, la “inmensa” mayoría de matrimonios, es lo opuesto.
Observando la práctica común de la vida matrimonial no es muy difícil descubrir todo lo que las parejas practican pero que en realidad no deberían hacer de modo que tampoco sorprende a nadie el resultado; un matrimonio insatisfactorio, en el menor de los casos, y en el caso ultimo, el divorcio como “solución”.
Tal parece que puede resultar más fácil estudiar los pasos que muchos matrimonios  siguen para destruir un matrimonio que los que se deberían poner en práctica para conseguir una vida matrimonial edificante y prospera.  Por eso, en esta conferencia me propongo anotar los 10 pasos, que a mi muy personal juicio, son los que aseguran que un matrimonio fracase, a fin de advertir, a quien guste de ser advertido, sobre lo que probablemente sea la causa de su decepción conyugal o de las dificultades que ahora tiene para disfrutar su plenitud matrimonial. Advierto que al anotar estos 10 puntos, no se debe pensar que son los únicos, antes, son los que me parecen mas relevantes y peligrosos para obstaculizar el éxito en la vida de pareja.
Sin embargo  hago notar  que los puntos que vamos a considerar son perniciosos por si mismos, es decir que cada uno de los 10 pasos por los que un matrimonio fracasa y que veremos a continuación, es efectivo por si mismo, pero si se juntan dos o mas, o lo que es mas seguro,  si se suman estos diez pasos, con toda garantía;  el matrimonio será un fracaso.
Así que pasemos a ver los 10 pasos infalibles que consiguen que un matrimonio fracase.

1.       Primer paso: Ignore que el matrimonio es una idea originada en el cielo.

Es aceptado por muchos que el matrimonio es una institución social, diseñada por los hombres para preservar la raza humana. Dan por hecho que el hombre en su “evolución” social llega al compromiso matrimonial como resultado de darse cuenta de lo necesario que resulta ser para que, como base de la familia, asegure que la sociedad se mantenga solida y permanente.

En la práctica este concepto penetra en la idea que cada uno de los que forman la pareja hasta llegar a suponer que se casan simplemente “por que lo desean” y que esta es una decisión puramente individual en la que Dios tiene poco o nada que ver. El “modo” del como llegan a casarse y a llevar la vida matrimonial es completamente ajeno a lo que Dios pudiera haber planeado, porque el matrimonio, es mas una necesidad humana y social que un designio divino, de modo que cada quien vive esta experiencia según vio que sus padres lo hicieron, o lo que cada uno supone que es correcto, o , en el mejor de los casos, de lo que en su intento por diseñar ellos mismos su ideal matrimonial, recomienda uno que otro “experto” terapeuta matrimonial, que por lo general es divorciado(a) o casado(a) por segunda o tercera vez.

De igual manera hay quienes “deciden” no casarse y dan por sentado que no pasara nada. El matrimonio legal o formal no es una opción para estos y viven la relación de pareja sin vinculo social, moral y mucho menos religioso. Dicen algunos de estos que viven una vida de pareja libre de compromisos que lo hacen así porque son “alérgicos a los compromisos” y que así es mucho mejor, porque no hay ataduras ni obligaciones. Invariablemente estas parejas terminan “disparejas”, es decir, se separan justo en el punto donde la relación exige compromisos y como no están dispuestos a asumirlos, simplemente, se separan para de inmediato buscar otra relación “sin compromisos ni ataduras”.

Si acaso hay alguno oyendo o leyendo este estudio con estos criterios, le aseguro que su “matrimonio” con toda certeza simplemente no existirá dentro de muy poco.

Si por el contrario las parejas se dan cuenta y aceptan que en realidad el matrimonio es una idea de Dios las cosas empezaran a ser distintas.

Para empezar debo decir que quien primero que nadie vio que era bueno estar en pareja no fue el hombre sino Dios. La biblia dice que antes que toda pareja existiera Dios determino “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” (Gn.2:18) De modo que primigeniamente la idea o “necesidad” de casarse no surge solo de los gustos físicos o necesidades sociales, ni siquiera por que se “aman mucho”, sino porque desde antes que los que van a formar una pareja nacieran, “Alguien” ya había dado un decreto de bien a favor de ellos.  Ese Alguien es Dios mismo quien desde un principio vio que “no era bueno que el hombre, ni la mujer estén solos”

El matrimonio es idea de Dios, de modo que es El quien tiene las “instrucciones” correctas para que esto que diseño funcione adecuadamente. Si los matrimonios “ignoramos” esto, fracaso garantizado.

Muchos suponen que “hallar” una buena esposa es una cuestión de suerte pero no saben que tener una buena esposa  es un don de Dios. La escritura dice: “La casa y riquezas son heredadas de los padres, pero una esposa sensata es de YAHWEH.” (Prov. 19;14) Cualquier varón que no toma en cuenta la opinión de Dios para “escoger” a su esposa, tiene un alto porcentaje de error.

Pero tampoco es cuestión de suerte.  No se trata de ir jugando a la lotería “haber si me saco una buena esposa” y experimenta con una y otra y otra y otra hasta que por suerte le toca “el premio mayor”, quien hace así, lo uno que con seguridad saca como “premio gordo” es un gran problema.

Así que si usted es de los que afirman que Dios tuvo y tiene poco o nada que ver en su matrimonio y que las instrucciones que el de para el apropiado vivir matrimonial son intrascendentes, no le extrañe que su matrimonio tenga tantas fallas al grado de la ruptura, legal o no, eso en realidad no importa tanto, un matrimonio que no toma en cuenta a Dios como su diseñador es un fracaso haya o no divorcio.

2.       Segundo Paso: Considere  el matrimonio solo como  la solucion “satisfactoria” para la vida personal.

Muchos toman el matrimonio solo como un paso mas a seguir para alcanzar “todo” lo que desean. Suman, una buena carrera, un buen trabajo, una buena casa, un buen carro, una buena esposa o un buen esposo y un buen matrimonio, y ya, éxito logrado.

Lo toman solo como logro que se acumula o solo como una meta alcanzada.  Sin embargo el matrimonio no es solo un modo mejor de vivir o una escala en el ascenso por la vida.
Si se toma el buen matrimonio solo como un punto mas que se alcanza de automático y luego se le olvida o se le considera de la misma calidad e importancia que todas las demás “Cosas buenas que se logran” sin mas, con la seguridad de no equivocarme les puedo decir, “Fracaso matrimonial Ga-ran-ti-za-do” Suponer que el matrimonio satisfactorio simplemente “se obtiene y ya” como se obtiene un buen coche o una buena casa, es un gran error.

El matrimonio satisfactorio no se “obtiene” ¡se Logra! Y este viene “luego de” y no “antes de”.
Muchos en su etapa de soltería se consideran incompletos así que se esmeran por buscar una buena pareja con la que habrán, o en muchos casos, “tendrán” que casarse, y ¡ya!, asunto arreglado.

Es mas muchos jóvenes y tal vez muchas señoritas esperan que al casarse podrán ser mejores cristianos de lo que ahora pueden o están dispuestos o dispuestas a ser. Idealizan el estado matrimonial como la solución final a muchas de sus aspiraciones y logros, principalmente en el plano sentimental, tratándose de las señoritas y del físico-sexual, tratándose de los jóvenes.
“Sueñan” con ser mejores cristianos luego que casados,  cuando ya no tengan que ocuparse mas de esa necesidad que para entonces suponen como resuelta, pero ¡ho desilusión¡, los problemas en el matrimonio no se resuelven, antes mas bien, cambian y ¡¡¡Aumentan!!!.
La Escritura dice lo siguiente al momento en que el apóstol Pablo aconseja a los solteros: “ Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, (o debería) de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. (el problema no se resolvió, simplemente cambió) Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; (así habría de ser) pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. (Lastima, ella deseaba que “el” tuviera cuidado de ella)   Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis al Señor (1 Cor. 7:32-35.)        
                           
De modo que si cada uno de los que forman la pareja viven esperando que el matrimonio sea solo un paso mas para tener una vida satisfactoria, pronto tendrán que darse cuenta que tal cosa no es posible. A menos que ubiquen el matrimonio en su exacta dimensión, desde la perspectiva de Dios, y como un estado de búsqueda y logro permanentes lo único que les espera es un matrimonio fracasado o la disolución de este.

3.       Tercer paso: Mantenga inalterables los vínculos y los compromisos familiares.

El siguiente paso para asegurar el fracaso matrimonial es este: “mis prioridades familiares luego del matrimonio no cambian” 
Antes de casarse cada quien ha puesto su orden de prioridades según le ha placido o ha aprendido que deben ser. El orden ordinario pudiera parecerse a esto:

1.      Padres ( Mamá en primer lugar regularmente)
2.      Hermanos
3.      Trabajo (estudio de carrera)
4.      Iglesia
5.      Etc.

Una vez que la boda se celebra el orden de prioridades en el compromiso personal habría de cambiar.  Pero si lo que estamos buscando es que su matrimonio fracase entonces no realice ningún cambio, mantenga sus prioridades en el orden actual y acomode su relación de pareja en el nivel que mejor le plazca.

En el caso del varón, siga anteponiendo la opinión de su padre, o en realidad de su madre, para disponer de todo lo que corresponde a la vida de pareja, desde el lugar donde vivir, hasta la despensa que se debe comprar, pasando por el arreglo de la casa y de la manera en que se administre el dinero.

Y en el caso de la dama, ajústese a la opinión de sus padres, de nuevo, mas bien, de la madre para decidir el tiempo que pase en casa, el tiempo en el que se ha de embarazar y cuantos hijos ha de tener, además de lo que debe informar a su marido o de disponer de lo que el varón lleva a casa, etc.

También es importante no dejar de involucrarse en los problemas de los hermanos principalmente de los económicos, ha, y por supuesto, que el varón disponga una cantidad igual, o si se puede mayor a la que se daba antes del matrimonio, al gasto de la casa de los padres y hermanos, o en el caso de la dama, proveyendo de cuanto esté a su alcance para sus padres y hermanos, sin medir que por esa causa en el matrimonio surjan carencias o limitaciones innecesarias.

Declárense mutuamente y de manera constante “Primero tuve Madre, o Padre o hermanos antes que esposo o esposa”. Con ello hay garantía de fracaso.

Para asegurar que todo va camino al éxito de lo que se pretende, no olvide que lo que estamos estudiando son los pasos infalibles para destruir nuestro matrimonio, entonces ignore que antes que la familia existiera, antes que hubiera mamás y papás y hermanos o cualquier otra prioridad, Dios declaró: “Por eso dejara el hombre (y obviamente la mujer) a su padre y a su madre y permanecerá con su esposa (o su esposo), y ellos serán una sola carne” ( Gn.  2:24)
Una vez que el matrimonio se consuma las prioridades deben cambiar, y esto es desde la opinión del que diseño el matrimonio, es decir Dios.

Ya no habrían de ser los padres ni mucho menos los hermanos o cualquier otro asunto de la vida del soltero o de la soltera en primer lugar antes que el esposo o la esposa. La prioridad en lo que respecta a la vida del esposo o la esposa es el conyugue, y desde el punto de vista espiritual es el conyugue luego de tener y mantener una excelente relación con Dios, de hecho si esto ultimo se logra, seguramente lo demás será mas fácil, pero esto es solo si lo que se desea es que el matrimonio fructifique y permanezca, no que fracase que es lo que ahora estamos estudiando, y tal parece que muchos matrimonios están buscando.

4.       Cuarto paso: Suponga que el fundamento del matrimonio es el “amor”.

 El amor romántico es el fundamento del matrimonio, esta es la premisa que el mundo asume ante el hecho del matrimonio. Si se entiende como amor romántico todo el “sentimentalismo” y enamoramiento que involucra la relación de noviazgo como experiencia emotiva, entonces basar el matrimonio en ese cimiento, es una garantía para el fracaso matrimonial.

El amor sentimental, tal como se vive en el noviazgo, es de relativa corta duración. Durante el noviazgo se lleva a efecto una explosión de emociones que idealizan las expectativas respecto de el o ella. Los defectos o carencias de uno y otra se minimizan o hasta se ven como virtudes o aspectos atractivos de la personalidad del otro. Los celos, el exagerado cuidado en el aspecto personal, los intereses superficiales, la falta de responsabilidad, etc.  se ven como meros “defectitos”. Incluso el maltrato físico o emocional se idealiza como expresión suprema de amor, “me maltrata o me cela porque me ama”

El amor romántico es sumamente importante en la experiencia del noviazgo y aun en la matrimonial, pero nunca ha probado ser una base segura para alcanzar el éxito de un matrimonio estable y satisfactorio.

Muchas veces se oye: “se termino el amor y en tal caso no hay necesidad de que el matrimonio continúe” dándose por entendido que la atracción físico-sexual ha terminado lo mismo que el “gusto” por estar juntos, o por el “descubrimiento” de que en realidad tienen intereses distintos u opuestos o porque “ya no sienten” lo mismo el uno por el otro. Estas y otra mas, son las manifestaciones aceptadas por el mundo como pruebas del  “verdadero” amor.

En un matrimonio basado en esta clase de amor no pasa mucho tiempo en que la caricia se cambie pronto por el maltrato físico y emocional entre ambos.  El detalle como flores o chocolates, por indiferencia. El esmero y cuidado por el abandono, el placer sexual por la satisfacción física y el desinterés por las necesidades del otro, en suma: fracaso seguro.

El amor tal como la biblia lo entiende es mas, pero muchísimo mas que “amor sentimental” el amor tiene como definición el compromiso y la responsabilidad.

Respecto del amor expresado a la mujer por parte del marido, la biblia exhorta: . “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,  (…)  Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.  Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,  porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.  Por esto  dejará  el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.   (Efesios 25-31)

El varón es exhortado a amar a su mujer así como Jesús amo a la iglesia, lo que entendemos se traduce en un amor que se expresa al extremo por el bien y bienestar del ser que se ama, en un amor que no conoce limites ni impedimentos, que puede llegar al sacrificio por el ser amado y por dar todo por ella. Si bien es cierto, el aspecto “emotivo” esta presente, pero no es la base del matrimonio, sino el compromiso por procurar el bien de ella y la responsabilidad por atenderle en sus necesidades y ¿porque no? sus mas íntimos deseos.
Respecto del amor que una dama ha de dar a su marido se le dice que “ le este sujeta en todo  y lo respete” (Ef. 5:24 y33)

Es sumamente interesante que a la mujer no se le ordena bíblicamente que “ame” a su marido, no porque no deba amarlo sino porque seguramente porque es un mandamiento que ella no necesita, es decir, si los varones aman a sus mujeres como se les ordena que lo hagan, a las mujeres no les será muy difícil amar a su marido y sujetársele a El en todo, por amor.
El profeta Oseas nos dice cuales son los ingredientes de una relación amorosa en el matrimonio que no aspira al fracaso: “Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia.  Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Yavhé.” (Os. 2:19-20)

De este verso de desprenden los siguientes compromisos de “amor”:

1.      Compromiso mutuo permanente
2.      Relación justa
3.      Relación de aceptación (a pesar de las diferencias)
4.      Relación que busque el bien del otro,
5.      Relación perdonadora
6.      Fidelidad conyugal

Por ultimo, y para despejar cualquier duda de que el amor es mas que romanticismo y sentimientos, no debemos olvidar mencionar el celebre cantico del 1ª. A los Corintios 13 especialmente los versos 4 al 7, donde el apóstol Pablo dice que el verdadero amor: “es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”  Si acaso alguien pueda suponer que en esta descripción definitoria del amor esta ausente el romanticismo y los sentimientos más excelsos por la pareja esta leyendo “otra” biblia.

5.       Quinto paso: Niéguese  a  comprometerse  con el éxito de su conyugue.

La expectativa egoísta ante el matrimonio en la que solo se esperan beneficios y facilidades propias para alcanzar la felicidad personal sin tomar en cuenta las necesidades de éxito del conyugue es camino seguro al fracaso.

La verdad es que esta no es sino una extensión del pensamiento que mueve a muchos en tiempo actual ante la “necesidad” del matrimonio. Es decir, la gran mayoría se casa para “alcanzar” su felicidad y su meta mas valiosa es “ser feliz”.  Si bien es cierto en las palabras se encuentra un mensaje, con todo lo romántico que pueda parecer, pero es con las acciones cotidianas que se descubre el verdadero interés.

Al no tener en cuenta como base de la relación matrimonial, la promoción y apoyo para el logro de la completa realización del otro, o la otra cada uno se sumerge en su mundo y se dedica a remar rumbo a su puerto, el cual, en ocasiones, esta muy distante de lo que al otro(a) le trae felicidad plena, pero sin importar el costo, el éxito de “uno” es lo que importa, sin tomar en cuenta que ese éxito represente el fracaso del otro y así, fracasan ambos.
El principio bíblico que dicta “ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Cor. 10:24) es especialmente necesario en la relación de la pareja, aunque si lo que en realidad se busca es fracasar en el matrimonio pues lo que se debería hacer es ignorar olímpicamente este mandamiento.

Igual resultado se obtiene el ignorar o pasar por alto o de lado la ordenanza “en cuanto a honra,  prefiriéndoos  los unos a los otros.” (Rom. 12:10) esta frase puede significar que si lo que buscamos es que alguien sea honrado lo que debemos preferir es que el “otro” sea el que reciba la honra y no nosotros, es decir que debemos preferir el éxito del otro y no solo eso sino que debemos promocionar y favorecer las oportunidades que puedan surgir para que el otro(a) encuentre su plena realización como resultado de estar casado con uno, y no a la inversa.

Lo mas común, y de allí el abrumador resultado de matrimonios fracasados, es que cada quien espera que el otro o la otra están para ayudarnos y puesto que no recibimos tal ayuda o apoyo nos dedicamos a justificar nuestra falta de éxito matrimonial diciendo que “es porque a el o ella no le importamos” que no nos toma en cuenta, que nunca se preocupa por nosotros, etc. Sin reparar en el hecho de que en realidad tampoco nosotros hacemos lo suficiente para la felicidad del otro(a).

Una buena causa de esto es el complejo de inferioridad que aqueja a muchos, principalmente varones, que les provoca un celo enfermizo cuando su esposa puede tener iguales o mejores oportunidades de logros aunque no es un problema privativo de hombres, también las mujeres suelen ser atacadas de este mismo mal.

Total, que si lo que procura es fracasar matrimonialmente hablando, no tome en cuenta las aspiraciones o necesidades de logro de su conyugue y no haga nada por ayudarle o apoyarle, o lo que es mejor, interpóngase entre su camino al logro e impídale o niéguese a ver sus logros ni reconozca sus éxitos, por pequeños o grandes que pudieran ser, le garantizo el fracaso.

6.       Sexto paso: Use el sexo solo para “saciar”  una necesidad o cumplir una obligacion

La sociedad sexualizada que nos ha tocado vivir da por hecho que el sexo es lo mejor que puede pasar. El cine, con su cintas estilo “Amertican Pie” dan la imagen de un sexualismo grosero y carente de intimidad y de respeto por los sentimientos del otro, especialmente las damas, las que se representan como exageradamente interesadas en las relaciones sexuales y sumamente desesperadas por “hacerlo” con quien sea, aunque si es con el mas galán, mejor. Nada más alejado de la realidad.

De acuerdo con una encuesta mencionada por un autor con el tema del matrimonio, al preguntársele a un determinado numero de hombres y mujeres por separado cuales creían que eran los 10 aspectos mas relevantes en relación a la felicidad matrimonial, coincidentemente anotaron los mismos puntos, solo que sorpresivamente, en orden inverso, es decir., que lo que las mujeres pusieron en primer lugar, los hombres lo colocaron en el ultimo lugar o muy cercano a el.  Uno de los puntos que más sorprendieron fue que el sexo, que los hombres pusieron en primerísimo lugar, las damas lo colocaron en el último lugar aunque para alivio de algunos varones unas pocas lo anotaron en el penúltimo.

Esto no significa que para las mujeres el sexo no sea importante, sino que lo es luego de otros puntos que consideran mas influyentes y necesarios para ellas o que para los hombres, lo único que importa es el sexo, sino que es importante “en primer” lugar, pero sin dejar de atender lo demás.

Si al sexo en el matrimonio solo se le ve como un acto físico-erótico, para “descansar” del agobio del otro o para aliviar la presión intima, será garantía de fracaso.

El sexo en su más puro y transparente sentido solo se halla con la diafanés que se necesita en las páginas del libro santo.

Dios sabe cuales son las necesidades sexuales de el y de ella, no olvidemos que “el nos hizo y no nosotros a nosotros mismos”  (Sal. 103:3) de modo que sin duda en la respuesta sexual del varón se haya la plenitud de ella y en la plena experiencia sexual de ella se halla escondido el perfecto placer de el. Pero no es automático.

Si no se planea fracasar en el plano intimo del matrimonio luego entonces conviene escuchar al experimentado apóstol Pablo, que aunque para el tiempo de su ministerio tal parece que vio la soltería auto aceptada como una opción en Dios, con toda certeza puedo decir que fue casado, (tal vez para entonces viudo, no tenemos mas detalles, sino la seguridad de que ningún fariseo se podía reconocer como tal si no era casado) que  con la inspiración del Espíritu Santo escribió:  “ hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.  Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor;  no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios” 1 Tes. 4:1-4

La concupiscencia se entiende como el egoísta interés de autosatisfacción. No se trata solo de tener sexo, sino de, en el mas puro sentido posible, “hacer el amor”, entendiendo que desde la opinión de Dios el lecho matrimonial que se mantiene sin mancha de adulterio es honroso ante El. Heb. 13:4

El sexo no es ignorado puritanamente por la biblia, antes, se ordena a los matrimonios en estos términos: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.  No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.” (1 Cor. 7:3-5)

Los tiempos y los modos para la exteriorización de las necesidades sexuales de el y de ella son distintos pero de ninguna manera opuestos, antes bien son complementarios y cooperativos.

7.       Séptimo paso: Crea que lo más importante es su matrimonio.

Un riesgo mayúsculo en el que caen no pocos matrimonios y con ello, favorecer su rotundo fracaso es el de “deificar” el matrimonio. Si se “entroniza” al matrimonio como objeto de desmedida atención desplazando al Soberano Señor de el, seguro habrá mucho que lamentar.

En el sano balance de prioridades resaltara que quien tiene preeminencia en todo no es el o ella sino Jesús, quien siendo Dios sobre todas las cosas también debe serlo por sobre el matrimonio de quien sea. Jesús mismo declaro que mientras nos afanamos y turbamos con muchas cosas, “solo una es necesaria” y si inteligentemente, escogemos esa parte para ponerla en primer lugar en nuestra vida, no nos será quitada (Luc. 10:41,42)

Poner al matrimonio por sobre Dios garantiza el fracaso, la evidencia la encontramos en cada hogar donde Jesús no esta presente. Jesús debe tener “en todo la preeminencia” (Col. 1:18) pues es por medio de El que todas las cosas se reconcilian con Dios, incluyendo desde luego al matrimonio. (ver. 20)

El matrimonio satisfactoriamente duradero y prospero no es producto de obra de hombres, es “edificación” de Dios. (Sal. 127:1-5)  Es por demás que se desplace a Dios de la relación de matrimonio, pero si lo que desea es asegurar el fracaso, entonces no hay nada mas efectivo: eche a Dios fuera de su vida matrimonial y no le permita entrar de ninguna forma, así asegurara que su matrimonio no triunfe en nada. Porque la bienaventuranza del matrimonio feliz solo se da al hombre y a la mujer que manifiestan un reverencial temor a Dios. (Sal. 128: 1-6)

8.       Octavo paso: Aplique remedios a los conflictos matrimoniales más alla de la receta Divina.

Cuando en el matrimonio se aparecen los problemas, regularmente en la noche de bodas o muy frecuentemente entre la bendición ministerial, (si la hubo) y el momento en que se introduce la llave en la cerradura de la habitación nupcial, surgen como plaga los expertos y expertas que dan recetas infalibles para remediar los problemas que puedan surgir. Desde las “benditas” suegras hasta las amigas y amigos que con experiencia en los problemas de matrimonio, (nótese que son expertos en problemas, no en soluciones, pues ellos mismos regularmente viven matrimonios no exitosos)  dan consejos y remedios “caseros” muy seguros.

El fracaso matrimonial se asegura si lo primero que se busca es esa clase de recetas para solucionar algún inconveniente matrimonial.

Aun los terapeutas que ignoran los principios bíblicos y aplican “lo más avanzado” en terapia matrimonial son un medio seguro para la decepción y el fracaso.  Cualquier “remedio” extra bíblico tendrá el mismo efecto.

La amplia gama de problemáticas que enfrenta un matrimonio, sea nuevo o “experimentado”, tienen en la biblia una eficaz respuesta para la solución efectiva. Libros y consejería que fundamentan su orientación en los inalterables principios bíblicos son los que un matrimonio que encuentra obstáculos para su completa felicidad debe procurar y aplicar en su vida de pareja.

Pero si acaso se carece de un buen libro cristiano que oriente en el vivir del matrimonio o si no se tiene la bendición de un consejo bíblicamente fundamentado, baste asirse del fruto que da el Espíritu Santo en una vida que se rinde por completo a su guianza e influencia.  Todavía no ha surgido un problema matrimonial, por grave que sea, que no se resuelva mediante “el fruto del Espíritu” y la crucifixión de “la carne y sus pasiones”.

Que problema pueda surgir que el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, y la templanza que vienen por el someterse al Espíritu Santo no puedan resolver. (Gal. 5:22-24)

Y para los problemas menos severos, la versión abreviada del fruto del Espíritu; “bondad, justicia y verdad”  (Efe. 5:9) es una muy buena receta rápida.

Solo que no olvidemos que estamos afirmando mas bien los pasos seguros rumbo al fracaso matrimonial, así que lo que se debe hacer es no tomar en cuenta las “recetas” bíblicas, sino todo lo que los demás digan, especialmente si no tiene el mas mínimo fundamento bíblico.

9.       Noveno paso: Elimine la comunicación y el perdón como ingrediente de la relación matrimonial

El hecho de que en el matrimonio se elimine la comunicación, formal o informal, se da paso seguro al fracaso.

Cuando los asuntos, grandes o pequeños, no se “platican” o se “comentan” entre los matrimonios se empieza por levantar barreras que muy pronto se convierten en muros infranqueables.  Pronto cada uno carga con sus “propios” problemas y se aísla en su mundo, excluyendo al otro de su realidad cotidiana.

Seguramente a los varones les ha de resultar sumamente difícil aceptar el hecho de que para las mujeres el “conversar” con su marido es tan importante o mas que el tener sexo. Para una dama que no tiene comunicación con su marido, el matrimonio carece de sentido, a ella le interesa “saber” todo lo que tiene que ver con su marido, no existe prácticamente ningún aspecto de la realidad de su esposo que ella no “necesite” saber, no solo por enterarse,  o para entremeterse, sino por conocerle a el y su entorno, pero de igual forma “necesita” que su esposo “sepa” todo lo que es importante para ella, y esto no será posible si las parejas no se dan tiempo para platicarse mutuamente sus vidas, con lujo de detalles.

Si bien es cierto que para el no es “tan importante” la comunicación como lo es el sexo, de cualquier forma si lo es. El que se pueda tener una confidente no tan imparcial, como lo puede ser la esposa, le resulta imprescindible al marido. El necesita quien pueda conocer sus “grandes” logros y hazañas y que le anime a continuar en su intento por lograr el éxito. No necesariamente necesita una cómplice, pero si una aliada, no olvidemos que en el origen del matrimonio, la mujer fue puesta en la realidad del hombre para que fuera su ayuda idónea  (entiéndase ideal) (Gn. 2:18)

La falaz realidad de hoy supone que el hombre necesita poco o nada de la mujer sino solo para aquello que el no puede o no quiere hacer. Fuera de eso, mientras la mujer menos intervenga en su vida es mejor, pero haciendo así, lo único que consigue es acarrear frustración a ella, y a el, ausencia de motivantes legítimos para alcanzar logros dignos.

La esposa que se niega a ser la confidente de su esposo ya que se aburre porque este solo habla de “tuercas y tornillos” o porque su marido considera extraordinario lo que el vecino consigue con facilidad, esta preparando el terreno para que el pueda hallar “otra” amiga que si le oiga. Existen muchos testimonios de prostitutas en los que revelan que muchos hombres les pagan no para tener sexo, sino para que simplemente los oigan con cierto entusiasmo. Los hombres platican sus cosas para conseguir una buena dosis de aceptación y reforzamiento de su autoestima, no es simplemente para alardear, realmente necesitan ser escuchados. Aunque paradójicamente muchos hombres se nieguen públicamente a aceptarlo porque creen disminuida su hombría.

En adición a este punto la falta del perdón y el acumulamiento de enojo por los asuntos no resueltos, tales como las ofensas o los desplantes egoístas de uno y otro, hacen que el fracaso en el matrimonio sea seguro.  Pero no se puede hablar de autentico perdón si no hay una genuina comunicación, de modo que uno y otro punto se complementan. La verdadera comunicación, encamina hacia la sana reconciliación y esta al verdadero perdón.  No hay otra receta. Bueno, para un matrimonio exitoso y satisfactorio para ambos, pero quite estos ingredientes, si es que los hay, o no los procure por ningún medio y fracaso garantizado.


Vivimos en la post-modernidad.  Esta época que nos ha tocado vivir se caracteriza principalmente por el hedonismo desenfrenado (búsqueda de todo lo que produce placer como estilo de vida) y por la sensación social de que se han superado todos los tabúes religiosos, y sin embargo también es un tiempo de abundante “religiosidad” por paradójico que nos resulte.

En los ambientes académicos así como en los estratos sociales medios y altos, que mediante la televisión abierta y de paga, influyen en los niveles socioeconómicos inferiores, se ha llegado ha dar por hecho que las limitaciones impuestas por los principios bíblicos han quedado rebasados y superados.

Argumentar que la biblia dice tal o cual cosa respecto a la relación matrimonial resulta incomodo por los menos y anticuado para los mas. Difícilmente se puede oír a algún terapeuta matrimonial “secular” afirmar como recurso de ayuda los principios bíblicos para el matrimonio, no se atreven a mencionar públicamente lo que probablemente pudieran reconocer en privado por el temor a quedar en vergüenza o caer en el descredito en una sociedad superficial y terriblemente perdida en lo que se refiere a la fidelidad y estabilidad matrimonial.

Para la sociedad estilo “Hollywood” les asombra que alguna pareja se mantenga casada un tiempo que les parece más o menos largo. Es más fácil suponer, y dar por hecho que un matrimonio se disolverá, a esperar con certeza que el matrimonio permanecerá a través del tiempo.

Frases como “lo que Dios junto no lo separe el hombre” o “ y los dos serán una sola carne”, o también “honroso es el matrimonio y el lecho sin mancilla” se reservan solo para una lucida ceremonia “religiosa” pero completamente ajenas a la  realidad matrimonial.

Que decir de la sujeción de la mujer a la autoridad del marido o del esmero amoroso que el marido le debe a su esposa, de la fidelidad conyugal, de la disciplina familiar o del compromiso asumido ante el engendramiento de un nuevo ser. Todos estos, y tantos otros principios, que, por encontrar su base en la biblia, son considerados por la sociedad de casi cualquier país como obsoletos y definitivamente desechables.

Ahora, puesto que lo que hemos estado anotando son los pasos para destruir un matrimonio, tomemos nota de este último punto. Olvide y elimine de su contexto matrimonial todo principio bíblico. Considérelos obsoletos y retrógrados. Deshágase de cualquier pensamiento o conducta que se base en los dichos bíblicos.  Viva su matrimonio según los criterios de una sociedad religiosa e idolatra pero que niega vergonzosa y groseramente lo dicho por el Eterno y “éxito garantizado”, o sea, apresúrese a colocar sobre su matrimonio una lapida, aunque mucho me temo que difícilmente podrá escribir sobre ella el clásico “descanse en Paz” (RIP)

Conclusión

Debo pedir perdón al llegar al final de esta conferencia. Tal vez he dado la impresión de minimizar o tener en poco la gravísima problemática matrimonial que hoy se vive.

Perdón por el sarcasmo o la ligereza con la que aparentemente se tratan los puntos anotados anteriormente.

Soy, (y somos) consiente de que el dolor y la frustración que agobia el corazón de alguien que fracasa en su matrimonio es indescriptible. La huella de un matrimonio maltrecho no se borra fácilmente, si es que en verdad algún día se logra.

Como pastor no puedo dejar de apenarme ante las lágrimas de impotencia derramadas por un esposo o esposa que desesperadamente buscan ayuda pastoral para que su matrimonio no se desmorone por completo, y termina por no tener mas opción viable que buscar ayuda en Dios como su “ultima alternativa”.

Por ello puedo y debo decir que si en vez de considerar los puntos expuestos desde el plano negativo, los aplicamos de modo positivo seguro que la realidad matrimonial de muchos cambiaria radicalmente.

Si en vez de ignorar que el matrimonio es una idea originada en el cielo, reconocemos la autoría divina y seguimos sus indicaciones, o si en vez de ver el matrimonio solo como un logro personal mas, le damos la primacía en la atención diaria. O si en vez de mantener las prioridades familiares inalterables luego del y durante el matrimonio ponemos a nuestro conyugue en el debido prioritario lugar y si en vez de vivir suponiendo que “el amor” romántico y fundado en el atractivo físico es la base del matrimonio, asumimos que el amor es compromiso y responsabilidad por el cuidado y bien del esposo o la esposa. Si en vez de negarse a permitir o hasta obstaculizar el acenso integral del conyugue se convierte en un apoyo y promotor del éxito de su pareja. Si en vez de contentarse con solo “tener sexo” de manera mas o menos regular, se dispone a enamorar a su conyugue y se dispone para aprender conscientemente a “hacerle el amor”, si en lugar de entronizar el matrimonio deificándolo en el lugar de Dios, rinde toda su adoración y alabanza primeramente a Jesús como su Salvador y su Señor y Dios o si en vez de aplicar remedios fáciles y comunes para sus necesidades matrimoniales, busca con prontitud el consejo inalterable de la Palabra de Dios.  Si en vez de desterrar de su territorio matrimonial la comunicación y el perdón, los edifica como fuertes pilares inamovibles en su relación matrimonial, o si por ultimo, en vez de considerar obsoletos y pasados de moda los sustentos bíblicos para la vida matrimonial le da primacía publica y privada a lo que la biblia declara como principios validos y actuales, el éxito matrimonial dejara de ser una ilusión inalcanzable, y pasara a ser una patente y palpable posibilidad y realidad.

Al principio decía que cada paso negativo que mencionaría era por si mismo suficientemente maligno o pernicioso para la vida matrimonial pero que la suma de ellos confirmaban su capacidad de “ponzoña”, así mismo,   en sentido opuesto también puedo decir con plena convicción que, si algún matrimonio se aplica en poner en practica al menos uno de los principios  positivos que se desprenden de la descripción negativa que he presentado,  las cosas empezaran a caminar por un rumbo distinto, pero si acaso hubiera disposición de la pareja, o para empezar, al menos uno de ellos de sumar uno y otro hasta acumular todos los puntos positivos anunciados, hay seguramente garantía de éxito.

Debemos saber perfectamente que Dios no se deleita en nuestros conflictos matrimoniales, antes bien la apropiada relación matrimonial es el modelo que Dios ha escogido para asimismo relacionarse con su pueblo.  El profeta Jeremías como portavoz de Dios exhorta “Convertíos hijos rebeldes, porque yo soy vuestro esposo, dice el Señor” (Jer. 3:14) y el apóstol Pablo declara “os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Cor. 11:2) así que los conflictos matrimoniales no son sino una representación y consecuencia de el distanciamiento e indiferencia que el hombre y la mujer ponen frente a Dios.

Si lo que fervientemente anhelamos como pareja es vivir la dicha plena ideada y planeada por Dios para nuestro matrimonio, lo primero que hemos de hacer es dar un paso hacia la reconciliación con Dios, arrepintiéndonos de nuestro pecado individual y como pareja por haber sacado a Dios de la ecuación matrimonial, dejemos que mediante su amor y misericordia nos permita comenzar a vivir los primeros días de la dicha futura que El mismo nos reserva.

Jesús les bendiga en sus matrimonios.